En resonancia con la Naturaleza

Origen e inspiración

¿Qué experiencias han influido en tu elección de fusionar la tierra en tus procesos artísticos?

— He pasado varios años viajando sola, acampando en la naturaleza y también viviendo en diferentes ciudades. Insertar el cuerpo durante ciertos períodos de tiempo en un lugar, creo que te permite agregar un nuevo lente para ver y sentir el mundo que te rodea. Viajar puede transformarte de muchas maneras. Es posible que rompas patrones de pensamiento que adquiriste en el lugar de origen. Algunas preguntas que fueron surgiendo en el camino fueron:

¿Cómo afecta o contribuye a la identidad mudarse a un nuevo lugar? ¿Y qué hay de la gente que te rodea? En un nuevo contexto, un nuevo país o entorno que contiene una realidad distinta y una cultura e idioma diferentes a aquellos en los que naciste… ¿Cómo te adaptas a un nuevo lugar sin perderte? ¿Cómo te encontrás en ese nuevo entorno? ¿Cómo puede el entorno natural local ayudarte a conectarte y anclarte en ese “nuevo lugar” en el que te encontrás? ¿Qué pasa cuando te mudas a una ciudad? Y de repente la naturaleza se convierte en un lujo, algo a lo que no podés acceder tan fácilmente?

Cuando llegué a San Francisco desde Argentina en agosto del 2021, quería conectarme con el lugar, los árboles y las personas que viven acá, así que lo hice caminando todo el día por la ciudad. Hablando con muchos extraños en el camino. Haciendo preguntas. «Caminar es la única manera de comparar el ritmo del cuerpo con el ritmo de la tierra», escribe Rebecca Solnit.

Cada lugar tiene un clima diferente, presión atmosférica, tierras con composiciones químicas determinadas, diferentes cristales y minerales con variedad de propiedades, los alimentos que crecen en esa tierra, etc. Esta constelación de condiciones crea y afecta cada experiencia de vida. Los códigos del lugar quedan impresos en el ser humano. Incluso las condiciones climáticas influyeron en el inicio de diferentes religiones en el mundo.

En cada caminata iba levantando cortezas de árboles y hojas caídas en la vereda que me iban llamando la atención. Cuando volvía a mi estudio más tarde, sin objetivo final, cosía, bordaba y unía las cortezas que había recolectado creando distintas formas, y al mismo tiempo procesando todo lo vivido durante el día. Este proceso se convirtió en una práctica meditativa.

Con el tiempo, estas cortezas se convirtieron en esculturas, un diálogo con el ambiente. Luego comencé a levantar objetos descartados, hechos por humanos… basura. Objetos que me hablaban, que me susurraban la historia del lugar…

Procesos Creativos

¿Qué técnicas o medios orgánicos empleas al trabajar en tus obras?

— Mi trabajo celebra la ceremonia de gravedad. Levanto de la calle las cosas que se consideran muertas y les doy vida. A esas “pieles” (cortezas) muertas que están tiradas, las elevo. Conjuro el espíritu a los materiales inertes que me cuentan historia. Pero igualmente siguen inmersas en ese proceso donde van decayendo, se van descomponiendo, la tierra y la gravedad las reclama, al igual que a nosotros. En este ritual, voy co-creando junto con el código de la naturaleza al unir las memorias de una manera particular. La única constante real en la naturaleza es el cambio.

En mis fotogramas exploro específicamente los patrones y texturas de la materia terrestre en diferentes lugares, el ADN y cómo nos muestran sus propiedades celestes. Los fotogramas hablan de luminosidad. Son una combinación de mis documentaciones macro-fotográficas analógicas de patrones en la naturaleza, mi propio ADN (como mi propio pelo y saliva) y pequeños espejos rotos que tienen mis propias huellas digitales. A lo largo de la historia se ha dicho que venimos de las estrellas. En estos fotogramas rayo dibujos abstractos con diferentes herramientas como lijas, clavos y cuchillos.